Sobre Jeanne Dielman y sus motivos posibles

Chantal Akerman explicaba así por qué creía que Jeanne Dielman era una película feminista:

Yo creo que se trata de una película feminista porque hago sitio a cosas que nunca o casi nunca, aparecen presentadas de esa forma; por ejemplo los gestos diarios de una mujer. Estos ocupan el lugar más bajo dentro de la jerarquía de las imágenes cinematográficas. Un beso o un accidente de coche ocupan lugares más altos y no creo que sea por casualidad. La razón está en que estos gestos de mujer cuentan muy poco. Por eso, entre otras cosas, me parece que se trata de una película feminista [… ]. En el cine las imágenes más importantes, las más eficaces y poderosas reflejan crímenes, persecuciones en coche, etc. Jamás a una mujer filmada de espaldas lavando los platos. Entonces es poner esto al mismo nivel que un asesinato. De hecho a mí me parece mucho más dramático. Pienso de verdad que el momento en que ella deja bruscamente el vaso en la mesa y parece que vaya a derramarse la leche es tan dramático como el del asesinato” (Camera Obscura eds 1977, pp. 115-116)

Sacado de aquí.

jd

Pero yo creo que Jeanne Dielman atiende al feminismo desde una perspectiva más sutil que surge desde la propia puesta en escena de la película. Las formas en las que JD desempeña su rol de ama de casa están automatizadas de una forma tan radical que a veces pareciera que trabaja en una fábrica de Ford. Así se produce una asimilación de los modelos de lo reproductivo a lo productivo que empieza a quebrarse con un mechón de pelo despeinado y termina por romperse definitivamente con el asesinato de un hombre. Una ruptura que ya en 1976 parecía exigir una redistribución de los cuidados (a JD la contemplamos sola durante tres horas) abrupta y dolorosa en su absoluta frialdad.

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Masculinidad remezclada: Star Trek (2009)

La USS Enterprise se acerca a Vulcano, pero cuando llegan descubren que es una trampa de Nero, pretende destruir el planeta con sus 6.000 habitantes encima. Spock tiene el tiempo suficiente para acercarse al planeta a salvar a algunos habitantes, entre ellos a su padre vulcano y a su madre humana. Cuando están a punto de ser teletransportados de vuelta a la nave, la tierra se derrumba y la madre de Spock cae al vacío.

Spock es distinto, mezcla la fría lógica de los Vulcanos con las emociones propias de los humanos (padre/madre, por supuesto). La reacción ante la pérdida de la madre, por tanto, es una incógnita. La cámara lo mira, los tripulantes lo miran… Se levanta y va al ascensor. Uhura lo sigue y se mete en el ascensor con él, lo para a la mitad y le da un beso y un abrazo.

  • ¿Qué puedo hacer por ti? Lo que necesites. Dímelo. Dímelo.

Silencio, Spock piensa.

  • Los necesito a todos… (Silencio) … para seguir desempeñándome admirablemente

Uhura, una mujer reconocida profesionalmente que cuida de lo reproductivo. Los cuidados, los afectos, esas cosas de mujeres, ¿eh JJ?. Spock, con una mitad emocional y una aséptica, digiere el golpe emocional desde lo productivo.

Esta escena podría ser un buen ejemplo de cómo el cine se contagia de los modelos de productividad del capitalismo: la necesidad de empujar hacia adelante la acción obliga a Spock a dar una respuesta desde la productividad, a seguir trabajando.

Elija su escena alternativa:

1.- Spock va al ascensor, Uhura permanece en su sitio. Se levanta Kirk y entra en el ascensor con Spock. Lo abraza, le da un beso. ¿Qué puedo hacer por ti?

2.- Uhura le pregunta cómo puede ayudar. Spock llora, se abraza a Uhura, y contesta: Los necesito a todos… Para superar esto.

3.- El argumento se suspende, la misión de la USS Enterprise se suspende. Al fin y al cabo la venganza no le va a devolver su madre a Spock, y lo que necesita ahora es asumir emocionalmente el golpe.

Remezcla de la videoplaylist de @abrelatas en Teatron.


Contra la dictadura de la mesa de montaje

Por cierto, que hace poco me compré una mesa de montaje y vi que todos los problemas estaban mal planteados. Están fabricadas por gente que no se dedica al montaje. Me la he quedado a la espera de que cuando tenga más dinero la pueda rehacer funcionalmente.
Las mesas de montaje están fabricadas en función de cierta estética, siempre se han considerado como pequeños aparatos de proyección. Eso conviene a la gente para la que el montaje consiste en hacer marcas de tiza a mano. El director se presenta el lunes por la mañana y le dice a la montadora que haga los cortes y los una. La montadora saca la película del aparato y hace el trabajo que le han mandado en otra mesa, o incluso lo hace su jefe cuando se trata de tipos como Grangier o Decoin, a los que no les molesta. En Hollywood es lo mismo, salvo que los montadores son mejores. De todas formas, el montaje se hace a un lado. Pero hay otros cineastas (Eisenstein fue el primero, Resnais el segundo y yo el tercero) que montan, cada uno de manera diferente, claro está, pero en la mesa, con la imagen y contra el sonido. Los problemas de manipulación no se plantean en absoluto de la misma manera. Yo hago que la película vaya sin parar hacia adelante y hacia atrás y pego sin sacar la película de los rollos. Y si la mesa no está pensada para esta operación, no resulta cómoda.
Finalmente, esto no es más que un asunto económico que da fe de una ideología. Si las mesas se fabrican así es porque las tres cuartas partes de los montadores tenían la costumbre de montar de cierta manera.

Jean-Luc Godard vía Revista Lumière.

La habitual lucidez de Godard da respuesta a una pregunta que venía rondándome desde hace tiempo: ¿cómo condiciona el modelo de edición que plantean programas como Final Cut o Premiere lo que editamos? Lo que Godard parece querer olvidar es que el montaje no se produce en la mesa de montaje, sino que debe producirse en primera instancia en la cabeza, la interacción con el software es algo simplemente reproductivo. Si empezamos a editar sin una noción clara del resultado que queremos obtener, la edición estará plegada al servicio del timeline, que termina por ser al servicio del tiempo diseñado en torno a cierta noción de ritmo.


Destellos y reflejos

Este es el vídeo que me salió para el taller del 98lab.


Fitzcarraldo, los deseos

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“La necesidad de crear tiene que ver con la falta de algo,
las ganas de rellenar un hueco. Cuando hay muchas cosas
alrededor no hay necesidad de hacer nada. Pienso que los
deseos son muy importantes para los humanos. Aunque la
digitalización nos facilita muchas cosas, no debemos
olvidar lo importante que es desarrollar esos deseos.”

Naomi Kawase. Master Class.


Fin de semana / Fin del mundo

Audio: Fin de semana

Vídeo: Fin del mundo


Dwoskin, Marker, Mekas, lo que me parece ético y lo que no

En el último vídeo que he hecho, que se llama Destellos y reflejos y lo subiremos a la cuenta de VIMEO de ZEMOS98 cuando tenga los logos de rigor (mortis), tenía la idea de intercalar entre los planos que yo grabé trozos de otros vídeos, de películas. Tenía muy claro que quería Dirty de Dwoskin, porque por un lado había actuado de vaporoso cigoto en la formación de mi idea y por otro ponía de manifiesto como ninguna otra película que yo haya visto (me falta mucho experimental por ver) los viejos axiomas del cine, de la imagen en movimiento, a saber: el fotograma, la luz, el grano, el soporte y su desgaste.

Necesitaba tres bloques de imágenes de archivo, con uno cubierto, encontré en las manifestaciones que Chris Marker documenta en Puisqu’on vous dit que c’est possible un buen motivo para el primero de los tres. En esta ocasión sí que había una cierta reinterpretación de las imágenes, porque funcionaban de anexo a la historia de mi vídeo, continuación, o cierre del primer trozo de la narración. En el caso de Dirty me generaba dudas el sacar solo un trozo del vídeo, descontextualizarlo del total, pero el sentido original permanecía, al menos hasta donde yo se lo entendía a Dwoskin, claro. Por tanto, no me generaba mucha duda, respetaba el original. En el caso de la película de Marker el asunto derivaba, porque era una utilización interesada, distinta de la original, que tenía como fin último mover al cambio, denunciar una realidad y documentarla en el timeline histórico. Eran imágenes bellas por funcionales. ¿Tenía sentido reutilizar imágenes de uno de mis cineastas favoritos? Bueno, pensé que para Marker no dejaban de ser imágenes con una función de denuncia social, por qué no podría atribuirles yo otra función.

Para el segundo espacio a rellenar con imágenes de archivo necesitaba alguna estampa familiar, y vi Walden: Diaries, Notes and Sketches de Jonas Mekas. De las tres horas que dura, podría haber como una hora y media que valía para mi vídeo. Remezclar, remezclar. Este 2012 he abrazado la idea de que todo es remezclable, por razones obvias, ZEMOS98, ejem. Jonas Mekas enfrentándome a lo que pienso, mola. ¿Todo se puede reutilizar? Yo, que soy un romántico, veía algo como una especie de blasfemia en incluir a un Mekas amputado en mi vídeo. Pero mi amor por Mekas es comparable a mi amor por Marker y Dwoskin, entonces ¿por qué en el caso anterior me di el visto bueno y en este no era capaz de dármelo?

En Dirty respetaba el sentido original, en Puisqu’on vous dit que c’est possible se reinterpretaban las imágenes, su sentido funcional me daba carta verde. ¿Qué pasa con Walden? Mekas se ha aventurado durante décadas a documentar la belleza, lo azaroso, lo que llama con absoluto acierto poético glimpses of beauty. ¿Qué función tienen esas imágenes más allá de la propia imagen? Ninguna, y así debe ser. Es simple celebración de la vida. ¿Está bien que yo le introduzca un sentido a lo que nunca quiso tenerlo? ¿Está bien que yo utilice su belleza para mis propios fines? Mis fines son también los de hablar de la belleza de la imagen, sí, lo que probablemente me convertiría en un vampiro, estaría desangrando esas imágenes en mi favor. No me pareció ético utilizar esas imágenes, y encontré una excepción personalmente romántica y profundamente subjetiva a la regla de que toda imagen es remezclable. Esta línea de pensamiento podría seguir y puede que nos condujera a intentar definir la palabra autor, pero me quedaría grande el asunto, además es Nochebuena y el jamón york con huevo hilado me espera.


17/12/2012


06/12/2012

Creo que voy a empezar un diario.


La Belle Epoque

Alguien tendría que desmitificar las revelaciones y los éxtasis, humillarlos con una obra absolutamente despreciable, algo como lo que hizo Takeshi Kitano consigo mismo en Glory to the Filmmaker. Las revelaciones y los éxtasis no dejan de ser un monumento autoerigido del que las experimenta, un monumento que celebra la inteligencia de su edificador.

Las revelaciones y los éxtasis son signos de mediocridad; cuanto menos tengas, mejor. Yo tengo muchos y después siempre me avergüenzo de ellos. Recuerdo Las horas del verano de Olivier Assayas como todo un acontecimiento. Me volvió loco la suspensión de la narración del final, todavía estaba Antonioni por conocer, y la crítica a la institución museo. Sobre todo, recordemos, porque esta película era un encargo del Museo Orsay. Después, uno pasearía por el Reina Sofía, pasillos llenos de cosas que se contradicen con el espacio en el que se encuentran. Bueno, el Museo Orsay encargó a Assayas una peli, y a Hou Hsiao-hsien otra. Hou Hsiao-hsien hizo esa delicada El vuelo del globo rojo y se volvió a Taiwán, a lo mejor con el DVD de Las horas del verano en la mochila. Porque llevaba mochila, todos los asiáticos la llevan, lo hemos aprendido de Hong Sang-soo.

Tres años después tenemos una respuesta a todo aquello que decía el Assayas de Las horas del verano en el cortometraje La Belle Epoque de Hsiao-hsien, que es lo que está ahí arriba. Los lingotes de oro como remanente material del valor de algo, como expresión física y no exclusivamente numérica, como cantar al pasado y a los afectos familiares.

En la dichosa RAE hay varias acepciones de la palabra afecto, dos de ellas son estas:

  • 1. m. Cada una de las pasiones del ánimo, como la ira, el amor, el odio, etc., y especialmente el amor o el cariño.
  • 3. adj. Dicho de una posesión o de una renta: Sujeta a alguna carga u obligación.

¿Cuál es la carga? La carga es lo que diferencia la conclusión de Las horas del verano de La Belle Epoque. En la de Assayas se notaba un parcial descuido de la primera acepción, que producía el desentendimiento de la segunda: no llegamos a perder la identidad porque conseguimos congelarla en el museo, pero ya no se puede romper la cadena del frío. Hsiao-hsien es más luminoso, el oro se conserva por el reflejo familiar del pasado que nos devuelve, no por su valor económico (incluso en el momento histórico en el que marca los precios más altos). Y además, por el camino de sus escasos seis minutos nos regala un par de imágenes de esas que acercan a uno al éxtasis.